Cansado de ser causa de tanta decepción y tristeza hacia esa persona del cual su sentimiento por ella permanecerá siendo un enigma, decide encerrarse en su cripta de cuarto paredes acompañado de su encendedor y sus cigarrillos, que para ese entonces ya hacían parte de su dieta diaria.
Lleno de ira, desdicha y descontrol enciende la música, cierra los ojos y siente la vibración que causa en el. Pocas lagrimas bajan por su rosto entumecido. El primer cigarrillo aviva para ser parte del momento. Trascurren tres cigarrillos después, pero no parece ser suficiente por la ansiedad que le generan. Kurt Cobain decide formar parte de esa escena, así que lo apoya con su desgarrante voz, las ondas del sonido golpean sus oídos, el corazón se acelera y decide hacer un dueto con él.
Al borde del desespero, el briquet vuelve a ser usado y decide pensar en lo sucedido tiempo atrás, mientras que mira el humo cargado de nicotina irse por la ventana.
Finalmente opta por la compañía de su empolvada guitarra, intenta tocar melodías una y otra vez pero su desespero no le deja coordinar sus dedos torpes, así que decide dejar aparte su saludable compañía. Totalmente frustrado la melancolía se une al deprimente acontecimiento. ¡Definitivamente era un desastroso día! Ya la luz de la luna era una residente más de la cripta, así que decide fijar su mirada en ella.
Mientras se da dicha observándola, empieza a analizar lo sucedido y a pensar en sus planes a futuro, cuando está pensando en su pequeño proyecto de vida un riff de guitarra suena y le hace reaccionar gracias a la letra de la canción: “Se que en esta vida hay que vivir con el dolor que causan las heridas, se que al caminar he de sufrir y cada vez será más dura la caída..” Así que decide ponerse en pie, secar sus húmedos ojos y dejar atrás el recinto empapado de aroma a Alquitrán.