lunes, 29 de agosto de 2011

La Cripta

El día trascurría y su desespero aumentaba aun mas, locas ideas ya habían pasado por su cabeza, ideas que iban desde un escape total hasta una dosis excesiva de Ropinol, pero que no fueron solidas, quizá por su falta de valor.

Cansado de ser causa de tanta decepción y tristeza hacia esa persona del cual su sentimiento por ella permanecerá siendo un enigma, decide encerrarse en su cripta de cuarto paredes acompañado de su encendedor y sus cigarrillos, que para ese entonces ya hacían parte de su dieta diaria.

Lleno de ira, desdicha y descontrol enciende la música, cierra los ojos y siente la vibración que causa en el. Pocas lagrimas bajan por su rosto entumecido. El primer cigarrillo aviva para ser parte del momento. Trascurren tres cigarrillos después, pero no parece ser suficiente por la ansiedad que le generan. Kurt Cobain decide formar parte de esa escena, así que lo apoya con su desgarrante voz, las ondas del sonido golpean sus oídos, el corazón se acelera y decide hacer un dueto con él.

Al borde del desespero, el briquet vuelve a ser usado y decide pensar en lo sucedido tiempo atrás, mientras que mira el humo cargado de nicotina irse por la ventana.
Finalmente opta por la compañía de su empolvada guitarra, intenta tocar melodías una y otra vez pero su desespero no le deja coordinar sus dedos torpes, así que  decide dejar aparte su saludable compañía. Totalmente frustrado la melancolía se une al deprimente acontecimiento. ¡Definitivamente era un desastroso día! Ya la luz de la luna era una residente más de la cripta, así que decide fijar su mirada en ella.
Mientras se da dicha observándola, empieza a analizar lo sucedido y a pensar en sus planes a futuro, cuando está pensando en su pequeño proyecto de vida un riff de guitarra suena y le hace reaccionar gracias a la letra de la canción: “Se que en esta vida hay que vivir con el dolor que causan las heridas, se que al caminar he de sufrir y cada vez será más dura la caída..” Así que decide ponerse en pie, secar sus húmedos ojos y dejar atrás el recinto empapado de aroma a Alquitrán.






sábado, 27 de agosto de 2011

Clandestinos

El nerviosismo se apoderaba de él, gotas de sudor bajaban por su frente y manos. Era un consiente/inconsciente de lo que iba a suceder.. Con su grupo de amigos deciden dejar a la multitud e irse a la clandestinidad y soledad que les brindaba aquel lugar. Todos sentados en forma de círculo, sonrientes, apoderados por el licor. El más cercano a él le hace la pregunta: “¿está seguro?.. El en medio de su locura decide aceptar sin medir consecuencia alguna, sabía que esto iba a dar un giro importante a su vida.

Se enciende el briquet y empieza a emanar nerviosismo e intranquilidad de su piel, pero también la adrenalina se apoderaba de él. Era su turno, miradas encima de él lo hacen poner aun más nervioso, pero dejando a un lado cualquier prejuicio decide acceder a ese mundo del que tanto había escuchado.

Con sus dedos empapados de sudor intenta encender el briquet, hasta que lo logra, la vista se le nubla a causa del humo un tanto espeso que exhala, la garganta le arde, las pupilas se dilatan, su cuerpo se siente tan liviano como el humo que poco a poco desaparece de su vista y una sonrisa exagerada se apodera de su rostro. Levanta la mirada y observa a su amigo más cercano, luego de observarlo, su amigo le responde a su mirada, pero le añade una sonrisa muy prolongada y la frase: “la experiencia que acabamos de vivir jamás la olvidare, espero que usted tampoco”. Una risa tonta se apodero de él tras escuchar lo dicho.

Una pequeña calentura se apoderaba de su cuerpo y todo le parecía gracioso, decide preguntarle la razón de eso a uno de esos clandestinos, y él responde con un poco de sarcasmo que se tranquilice, que es normal.

Pasado unos minutos deciden volver con el resto de amigos dejando atrás el lugar que para él, sin duda alguna partiría su vida en un antes y un después.